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La loca de la casa empieza temprano a construir castillitos de azúcar.
Disimula.
Miente una quietud que muchas veces ella misma cree.
Juega con los trenes, desarma teléfonos, dibuja palabras en pequeños pedazos de papel para hacer collares que luego regala. Hoy los enhebra de una manera y mañana de otra. Nunca iguales.
La loca de la casa es hospitalaria y generosa.
Todo el mundo está invitado a compartir su mesa y sienta, sin mucho cuidado, a adolescentes mal hablados con poetas consagrados. Ancianos, soldados, vendedoras de tienda e ilustres descastados. Vencedores y vencidos, princesas y mucamas, caballeros y caballos. Pájaros azules, unicornios, peces y hormigas. Riega con lágrimas las flores, canta ayes con Ayo o tararea cielos de mermelada.
La loca de la casa zapatea carcajadas sobre pochoclo y sonríe inventándole sexo a amantes imposibles.
Su libertad irrestricta no conoce límites, entonces sale descalza a beber mariposas, pasea entre árboles de cristal que en vez de hojas tienen caireles y en vez flores, arcoiris. Busca paisajes novedosos, cielos con estrellas de sal y desiertos de flores amarillas. Los monstruos de Goya son derrotados por duendes traviesos, las condesas queman cacerolas y los crayones dibujan niños.
La loca de la casa no descansa, disimula.
Cuando su hermana la llama a sosiego obedece por un rato, junta el papel picado y oculta las sirenas en la pecera hasta que el sutil tintineo de campanitas anuncia que ya es hora de volver a jugar.
··º··
Disimula.
Miente una quietud que muchas veces ella misma cree.
Juega con los trenes, desarma teléfonos, dibuja palabras en pequeños pedazos de papel para hacer collares que luego regala. Hoy los enhebra de una manera y mañana de otra. Nunca iguales.
La loca de la casa es hospitalaria y generosa.
Todo el mundo está invitado a compartir su mesa y sienta, sin mucho cuidado, a adolescentes mal hablados con poetas consagrados. Ancianos, soldados, vendedoras de tienda e ilustres descastados. Vencedores y vencidos, princesas y mucamas, caballeros y caballos. Pájaros azules, unicornios, peces y hormigas. Riega con lágrimas las flores, canta ayes con Ayo o tararea cielos de mermelada.
La loca de la casa zapatea carcajadas sobre pochoclo y sonríe inventándole sexo a amantes imposibles.
Su libertad irrestricta no conoce límites, entonces sale descalza a beber mariposas, pasea entre árboles de cristal que en vez de hojas tienen caireles y en vez flores, arcoiris. Busca paisajes novedosos, cielos con estrellas de sal y desiertos de flores amarillas. Los monstruos de Goya son derrotados por duendes traviesos, las condesas queman cacerolas y los crayones dibujan niños.
La loca de la casa no descansa, disimula.
Cuando su hermana la llama a sosiego obedece por un rato, junta el papel picado y oculta las sirenas en la pecera hasta que el sutil tintineo de campanitas anuncia que ya es hora de volver a jugar.
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“La imaginación es la loca de la casa”.
Santa Teresa de Jesús