Soviet postcard, 1951
La moda ha reivindicado el
tejido manual y lo ‘hecho en casa’, podemos comprarlo ahora en paquetísimos
comercios, como novedoso y colorido objeto de diseño. Mantas, cubreteteras,
gorros, bufandas, almohadones o tiras de corazones, alegran los modernos
ambientes o visten a los más jóvenes con
aquel remoto aire hogareño.
Enseñé a tejer a las más
chiquitas de la casa porque sé que con un ovillo en mano, no hay aburrimiento
posible, y es que al tiempo de hacer, podemos escuchar, pensar o imaginar. Procuramos
un espacio creativo que nos recompensa con la alegría pronta del trabajo
terminado que, generalmente, damos.
Cuando tejemos, el tiempo convencional discurre
de otra manera: se detiene, se entrelaza, se monta sobre otro, gira y avanza o
retrocede con velada vitalidad.
Además, al tejer se abre un
paréntesis que regala la posibilidad de empezar una nueva bufanda roja, libre
de agujeros, que nos regresa al abrigado regazo de la abuela.
..º..
Y mientras
tejía el áspero calcetín marrón rojizo con la cabeza absurdamente rodeada por
el marco dorado, el chal verde que había colocado al borde del marco y de la
obra maestra auténtica de Miguel Ángel, la señora Ramsay suavizó la brusquedad
que la había dominado un momento antes, alzó la cabeza y besó a su niñito en la
frente.
El faro.
Virginia Woolf