Mi abuela, mi tía y una prima hermana, murieron de cáncer. También mi madre en la misma línea parental.
Podría decirse que en el bingo de la vida tengo muchas posibilidades de sacar el número (des)afortunado para completar el cartón.
No quiero con esto apelar a un sentimentalismo express, sino presentar las credenciales que me habilitan para hablar del cáncer de la presidente y de la construcción del relato oficial.
La enfermedad ajena nos conmueve y actualiza la idea de la propia muerte; padecemos con el otro, junto a él. Podemos, quienes hemos transitado por allí, imaginar la conmoción familiar, los replanteos, los miedos y las lágrimas en la soledad de la almohada.
Podemos también, suponer un coraje impostado que cabalga entre la incredulidad y la esperanza.
Cristina, además de mujer y madre, es la Presidente de la Nación y en función de ello, me sumo a las voces que rezan por su salud, pero como ciudadana no puedo poner ‘la política afuera’ ni dejar en segundo plano medidas que preocupan, como la ley antiterrorista, o actitudes que se contradicen con un autonominado gobierno nac&pop, como la compra de un departamento de 9 millones de pesos en Puerto Madero.
¿Y cómo se construye el relato? Pues, organizando el discurso en un orden narrativo, instalando al protagonista en las escenas clave de la historia, generando expectativas, provocando golpes de emoción y contándonos, por ejemplo, que la nueva concheta de Puerto Madero sufre de un carcinoma papilar tiroideo... una semana después de conocido el diagnóstico, claro está.
Que tengan un buen año, gocen de buena salud y cuídense porque ahora, somos todos terroristas.
..º..
Tu novia es un encanto y tú estás tan enamorado /por eso le perdonas sus deslices sus engaños
Mi novia es una terrorista. Alberto Pla