Mi infancia y parte de la adolescencia, fueron itinerantes.
Conozco bien esa inquietante circunstancia de ser la recién llegada, la “compañerita nueva que viene desde tal lugar y que se llama…”, esa sensación horrible, por lo ineludible, de que cuarenta pares de ojos se posaran sobre mí y esa retribuida incomodidad de sentarse junto a alguien por obligación y no por amigable elección o complicidad.
El cambio de colegio no siempre se producía a mitad de año, a veces el sapito de otro pozo llegaba al inicio del ciclo escolar. La orfandad no era menor en este caso porque en el patio los grupitos bulliciosos se re-unían después de las vacaciones y retomaban la costura de un colorido patchwork de historias comunes y divertidas.
El cambio de colegios implicaba, claro está, cambio de casas, de barrios, de ciudades y de provincias. Suponía el aprendizaje de nuevos paisajes y modos lingüísticos, de costumbres y próceres locales, de cabecillas barriales o villanos escolares. Con cada mudanza algo se desechaba o se perdía, pero también algo se renovaba o se adquiría. Quizás por eso, no me atan las cosas materiales y ando siempre ligera de equipaje .
Hoy, mirando hacia atrás, pienso que no fue malo porque me dio cierta actitud y firmeza de carácter; me proveyó de una coraza con la que enfrentar situaciones imprevistas, me aseguró fortaleza, seguridad para moverme en distintos escenarios y capacidad de hacer amigos rápidamente. Utilicé el humor para derretir hielos y saltar barreras, cultivé la capacidad de disfrutar momentos y de guardar en la memoria sólo los momentos felices.
Aprendí de niña lo que muchos, no sé si felizmente, aprenden bastante más tarde: que la vida es una constante despedida, un ininterrumpido rosario de adioses inexorables y que no sirve llorar para atrás.
Tú vives siempre en tus actos. /Con la punta de tus dedos / pulsas el mundo, le arrancas/ auroras, triunfos, colores, / alegrías: es tu música. / La vida es lo que tú tocas.
La voz a tí debida. Pedro Salinas
Conozco bien esa inquietante circunstancia de ser la recién llegada, la “compañerita nueva que viene desde tal lugar y que se llama…”, esa sensación horrible, por lo ineludible, de que cuarenta pares de ojos se posaran sobre mí y esa retribuida incomodidad de sentarse junto a alguien por obligación y no por amigable elección o complicidad.
El cambio de colegio no siempre se producía a mitad de año, a veces el sapito de otro pozo llegaba al inicio del ciclo escolar. La orfandad no era menor en este caso porque en el patio los grupitos bulliciosos se re-unían después de las vacaciones y retomaban la costura de un colorido patchwork de historias comunes y divertidas.
El cambio de colegios implicaba, claro está, cambio de casas, de barrios, de ciudades y de provincias. Suponía el aprendizaje de nuevos paisajes y modos lingüísticos, de costumbres y próceres locales, de cabecillas barriales o villanos escolares. Con cada mudanza algo se desechaba o se perdía, pero también algo se renovaba o se adquiría. Quizás por eso, no me atan las cosas materiales y ando siempre ligera de equipaje .
Hoy, mirando hacia atrás, pienso que no fue malo porque me dio cierta actitud y firmeza de carácter; me proveyó de una coraza con la que enfrentar situaciones imprevistas, me aseguró fortaleza, seguridad para moverme en distintos escenarios y capacidad de hacer amigos rápidamente. Utilicé el humor para derretir hielos y saltar barreras, cultivé la capacidad de disfrutar momentos y de guardar en la memoria sólo los momentos felices.
Aprendí de niña lo que muchos, no sé si felizmente, aprenden bastante más tarde: que la vida es una constante despedida, un ininterrumpido rosario de adioses inexorables y que no sirve llorar para atrás.
Tú vives siempre en tus actos. /Con la punta de tus dedos / pulsas el mundo, le arrancas/ auroras, triunfos, colores, / alegrías: es tu música. / La vida es lo que tú tocas.
La voz a tí debida. Pedro Salinas
28 comentarios:
Una constante despedida y un constante encuentro. Pero, cierto, no sirve llorar para atrás. Aunque a veces se nos llenen los recuerdos de lágrimas, sin querer.
No me extraña que de niña, haya cambiado tanto de ciudades. Es que Dios está en todas partes....
¿coincidencia o from bubblegum to ski?
hermoso post!y de yapa....una enseñanza de vida!
En 20 dias (felizmente), me mudo...
Me voy a acordar de este post para que la sonrisa sea aún mayor.
Ah, yo acabo de mudarme. Tiré tantas cosas...
Lo que permanece es el presente; el resto es solo representación.
Hay algo en tus textos que me provoca abrazarte.
Este me gustó mucho.
Un fuerte abrazo, pues.
De acuerdo Caballero, por eso el título del post.
Sí r, dios estaba en todas partes y los hijos de dios también, como cola de barrilete, ja!
Yael, acabo de enterarme que From bubblegum to sky es una banda. El título del post repite una frase del tema de Lennon/Mc Cartney "Hello,Goodbye" ¿a eso te referías? no entendí bien.
MBR, el post es sólo una experiencia de(mi)vida.
Glenda ¿todavía de mudanza???
Almirante, nada mejor que una mudanza para tirar cosas inútiles o para tener la excusa de "perder" otras.
Juan, aprovecho entonces este presente que me trae de regalo un abrazo tuyo, se siente bien!
A todos: de uds. no me despido eh? al menos por ahora, bss.
Me senti identificada...me cambio de cole, y me mude...lejitos...y se siente bien no estar atada a nada, solo a los afectos...pero esos siempre estan...
Si!!, estoy mentalmente agotada, estamos de paso en un lugar prestado que nos queda chico, a la espera de nuestro lugar definitivo y con marca personal, que tardó en llegar pero llegó. Me cuesta tirar las cosas, no tengo problema de ir de acá para allá, no soy apegada a los lugares, pero me gusta ir con mis bártulos a cuesta.
Me hizo acordar a Chocolat. Un tanto triste la historia, pero usté parece tomárselo con filosofía esto de la trashumancia.
La yáeL me parece que soltó amarras: a veces da la sensación de que está un par de metáforas delante del mundo, y que no sólo le sobra imaginación y capacidad de asociación sino tiempo, puro y simple tic tac.
Bueno, la verdad que era como leer algo que bien podrìa haber escrito yo, no por la notable sintaxis y narraciòn, sino por las situaciones en esta entrada nombradas. Nòmades a la fuerza, que se transoforma en caràcter y entereza frente a la vida. Lo que en un momento nos lastimò o amagò con hacerlo, despuès se torna en algo vivido y bien capitalizado con el correr de los años. La temple de una persona...lo que no nos mata nos fortalece, es cierto al final?
Pachu, Glenda, Margarito, Matpunk, bienvenidos al club de los corazones trashumantes!
Roedor, las historias son tristes si triste es el protagonista. Bien dice ud. que lo he tomado con filosofía y, de conocerme, sabría que con mucho humor, además. Lo único triste de la mía es que no tuve a Johnny Deep pirateando por mi cocina.
Condesa, muy bonito texto, además me identifiqué un poco más contigo. Estas situaciones creo que son buenas para moldear el caracter...
saludos
Como dijeran Sandra y Celeste "somos mucho más que doooos!!"
Bienvenido al club, Pasquín.
"la vida es una constante despedida, un ininterrumpido rosario de adioses inexorables y que no sirve llorar para atrás"...
simplemente genial, no se quien podria describirlo mejor.
...y entre tantos adioses, un ¡hola Marie!
siempre estoy, condesa, sólo que rara vez escribo. Pero siempre los leo (a vos y a roedor).
Yo voy por el cuarto colegio (segundo de polimodal); me he ido por no encajar o porque debía comerme una hora de colectivo para volver. Y ya estoy hecho un Tony Montana. Sin la droga.
Jota: A modo de dato estadístico le cuento que de jardín de infantes a 2do. año pasé por 11 escuelas, ahí terminó mi raid hasta finalizar la secundaria.
Ok. Marie, un beso!
Bueno, la vida son tambi�n algunos "holas" regocijantes.
Una cursilería...
¡oops! ¡apareció la condesa trucha al mismo tiempo que su galancete de cartón pintado..!
(La cursilería es un riesgo que se corre al escribir textos propios, u know).
Como ya dije más arriba, a eso refiere el título del post.
Las continuas despedidas preparan para la última que baja el telón, pero en medio hay muchos holas como éste: ¡Hola Jack!
Hola condesa!
Oiga, y por qué tanto cambio? Su familia era tehuelche?
No, mi familia no era tehuelche, Jack. Ud. tendría que preguntarle al jefe de la tribu, pero él vive en Francia desde hace tiempo y en otra dimensión desde toda la vida jaja!
Seguramente tantos cambios fueron un buen ejercicio que fortaleció y flexibilizó. Es importante desarrollar el desapego. Aunque creo que algunos cambios duelen mucho por más preparación que se tenga...
Y sí, claro que no sirve llorar para atrás.
Besos.
Lei sin llorar estas historias solo aludidas y pense que nadie releeria sus viejas hojas....pero nunca tuve ese caracter salvaje que Hazel tuvo/tiene y que le ha dado, sin duda, una vida mucho mas hermosa que mi infierno en la tierra...Vaya a saber si Hazel se le da por aprobar estas ultimas boberias....la ultima --señora enemiga personal mia --- se salto 4 años..., la mia 5 mas....--0.01 miercoles, 3 agosto, 2016--karl semberg--el que era Cocorastuti...¿a quien le puede interesar esta vida postuma sin acentos...?
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