Tratando de ganarle tiempo al tiempo, atropellada y apurada, la otra tarde me golpeé y torcí el anular de la mano izquierda. Mi dedo no competía en la misma categoría que el objeto y quedó maltrecho pero, después del dolorido ¡auch!, partí rumbo a mi compromiso.
Una fiesta infantil de cumpleaños, con animadores, globos, pelotero, juegos electrónicos, música fuerte y el intento de una conversación entre adultos me distrajo lo suficiente como para casi olvidar el incidente. Cuando volvíamos a casa y en vista del tamaño que el dedo iba adquiriendo, R. sugirió ir a la clínica, invitación que decliné con un ‘naaaaaaaa’.
Por la noche, la hinchazón tomó un color azulado y el dedo estrangulado por el anillo estaba lo suficientemente feo y dolorido como para que decidiera atenderme.
Dada la hora, entré por guardia y después de las preguntas de rigor comenzó la lucha.
R. había tenido la precaución de llevar un alicate, pero los intentos de meter la herramienta por debajo del anillo fueron tan vanos como dolorosos.
El médico probó varias veces y no pudo, le pasó el alicate a R. que tiene más fuerza, y tampoco pudo.
Mi caso le puso un poco de ritmo chévere al sopor de la guardia y la situación era verdaderamente cómica porque medio mundo se arremolinó alrededor de mi dedo, no sé si por diversión o interés profesional.
Dos médicos varones y dos mujeres (una de las cuales, la pelirroja, me preguntó ¡¡si había probado con vaselina!!) intentaron vanamente liberarme del anillo para poder hacer una placa y abortados los intentos, que a esa altura habían dejado el dedo en peores condiciones, llamaron, por fin, a un especialista.
El tipo más bien bajo, canoso y de contextura pequeña, estudió la situación con la tranquilidad que da el oficio, pidió que me sostuvieran la mano y encarando por el ángulo contrario, desde arriba, quiero decir, quebró la dura alianza con un crac que celebramos con una algarabía propia de mineros chilenos rescatados.
El resto de la historia no importa demasiado. Sin fractura, con el dedo entablillado y antiinflamatorios, la cosa seguirá su curso.
¿El especialista?
Ah, sí, debería averiguar el nombre del eficiente empleado de mantenimiento para agradecer a la clínica la buena atención de sus profesionales.
Una fiesta infantil de cumpleaños, con animadores, globos, pelotero, juegos electrónicos, música fuerte y el intento de una conversación entre adultos me distrajo lo suficiente como para casi olvidar el incidente. Cuando volvíamos a casa y en vista del tamaño que el dedo iba adquiriendo, R. sugirió ir a la clínica, invitación que decliné con un ‘naaaaaaaa’.
Por la noche, la hinchazón tomó un color azulado y el dedo estrangulado por el anillo estaba lo suficientemente feo y dolorido como para que decidiera atenderme.
Dada la hora, entré por guardia y después de las preguntas de rigor comenzó la lucha.
R. había tenido la precaución de llevar un alicate, pero los intentos de meter la herramienta por debajo del anillo fueron tan vanos como dolorosos.
El médico probó varias veces y no pudo, le pasó el alicate a R. que tiene más fuerza, y tampoco pudo.
Mi caso le puso un poco de ritmo chévere al sopor de la guardia y la situación era verdaderamente cómica porque medio mundo se arremolinó alrededor de mi dedo, no sé si por diversión o interés profesional.
Dos médicos varones y dos mujeres (una de las cuales, la pelirroja, me preguntó ¡¡si había probado con vaselina!!) intentaron vanamente liberarme del anillo para poder hacer una placa y abortados los intentos, que a esa altura habían dejado el dedo en peores condiciones, llamaron, por fin, a un especialista.
El tipo más bien bajo, canoso y de contextura pequeña, estudió la situación con la tranquilidad que da el oficio, pidió que me sostuvieran la mano y encarando por el ángulo contrario, desde arriba, quiero decir, quebró la dura alianza con un crac que celebramos con una algarabía propia de mineros chilenos rescatados.
El resto de la historia no importa demasiado. Sin fractura, con el dedo entablillado y antiinflamatorios, la cosa seguirá su curso.
¿El especialista?
Ah, sí, debería averiguar el nombre del eficiente empleado de mantenimiento para agradecer a la clínica la buena atención de sus profesionales.
..º..
Alrededor se consuma el verano./ Es un anillo la tarde amarilla./ Sin una nube desciende el cercano/ cielo a este ardor./ ¡Sobrehumana, la arcilla!
Jorge Guillén
25 comentarios:
Jaja ja ja, no puedo frenar las risas. Es que el modo en que está relatado es más fuerte que toda solidaridad que pueda sentir por usted y su anular dolorido.
Desde el primer momento pensé lo mismo que la pelirroja (por qué no probó con vaselina?)
Un genio, el especialista! Seguramente no es la primera vez que les saca las papas del fuego y hasta me lo imagino entrando al quirófano con pacientes anestesiados. Suerte que lo suyo fue sólo un dedo, Condesa!
Ni bien se cure, a reponer la alianza!
Besitos curativos.
Loa anillos siempre traen problemas, mire si no cómo les fue a los pobres Nibelungos.
El conde como siempre un sabio... todavía no entiendo por qué no le hace caso de una a ese hombre, su mejor aliado, aún sin alianza.
Más vale maña que fuerza... y más vale experiencia que título, no? esto lo demuestra una vez más.
Un abrazo condesa y que el dedo mejores pronto... seguramente le hizo un piquete para que le prestara atención y decidió maquillarse para la ocasión de lindos colores morados.
Chaucito.
Ajajajaj, Condesa! Desopilante.
No creo que la ofendan las risas porque, con semejante relato, la connmiseración viene muy por detrás de la carcajada...
En lugar de la vaselina a mí se me ocurrió: "¿y si se enjabonaba bien el dedo?" (que va'cer, será que una castaña arrubiezada es tanto peor que una pelirroja).
La (mala) evolución de su dedo y su aspecto poco alentador me recordaron al protagonista de A la deriva... Por suerte, lo suyo terminó con un happy end (cosa a la que el pobre Quiroga no era muy afecto).
Que se mejore, Madame, pero no apure la cosa: ya vio que el tiempo siempre lleva las de ganar.
Besos
Para esos casos nada mejor que un centro de "alta tecnología".
Su historia me recuerda cuando, hace muchos años mi, entonces pequeño hijo varón, trabó lo que lo definía como tal con el cierre a cremallera del pantalón.
Nos miramos asustados con Lila, mi esposa, y allá partimos con Dami en un grito, a la guardia pediátrica del Posadas.
Nos hicieron pasar a la sala de guardia rápidamente y uno de los médicos hizo preparar instrumental "adecuado" y con mucho cuidado desabrochó el botón del jean y, cuando creíamos que iba a echar mano a alguna de las herramientas preparadas, dio con ambas manos un fuerte tirón abriendo el cierre en mucho menos tiempo del que tardo en contarlo.
Por un momento nos quedamos sin respiración, pero la sonrisa de Damián nos dijo que todo había salido perfecto.
Lo dicho la tecnología lo puede todo.
Pobre dedito, sana sana...
Y genio el salvador de dedos, se merece colgar un diploma en la pared!
Ay, Carlos, pobrecito el hijo!
"Recibe este anillo como símbolo de mi amor y de mi fidelidad en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".
Parece que el anillo se lo tomó literalmente.
Saludos
Condesa, cada dolencia tiene su especialista!
Igual, nunca olvide que así como un dinosaurio es ancestro de un pavo; un médico es un peluquero evolucionado.
Marina: Efectivamente, el 'especialista' ya había 'operado' con anterioridad todo tipo de dolencias pero no me animé a preguntar demasiado...
Rob K: bueno, a J. R. R. Tolkien no le fue tan mal!
Lirio*: no lo defienda tanto! en un momento dado creí que tenía ganas de cortarme el dedo jajajj
Betina Z: no me ofende para nada, al contrario. La escena fue mucho más desopilante de lo que mi estilo breve pudo llegar a contar, le aseguro. Y aquí ando, a la deriva, pero con el dedo puesto! un beso.
Carlos G: ajajjajajajajajajajajaja excelente anécdota que pone en evidencia el valor de la formación académica, tanto como el de la experiencia (pobre Damián, sufrí de sólo leer).
Estrella: ¿un diploma como asistente de cirugía o de mantenimiento de salud, cañería y afines?
Mickey: ¿ud. dice porque a veces nos salvamos por un pelo?
Ay Condesa, que desesperación! Me imagino el dedo hinchado y estrangulado y me da cosa. Conocí a gente que se sacaba la alianza porque le molestaba.. hombres especialmente...
Besos!
Opi: y que lo digas! no había manera de cortarlo.
Clau: tal vez las mujeres no necesiten esconder la alianza porque para la mayoría de los hombres no es impedimento que sea casada. Al contrario, pero tramposos hay de ambos bandos.
tambien se podria decir: "La alianza rompio la coalicion"
PD: para sacar un anillo hay que chupar el dedo
Oooohh, vamos, no haga tanto escándalo que hay cosas MUCHO peores!!!
http://www.diariouno.com.ar/edimpresa/2010/10/15/nota255878.html
(lo volví a leer y me agarran escalofrios!! jajajajajajaja)
Abrazo
Oid el ruido de rotas cadenas, libertad, libertad, libertad.
Mary: el consejo de su PostData no hubiese sido útil para el caso que menciona Luigi!! (tampoco para mi dedo, le aclaro, que superaba 3 veces el diámetro del anillo)
Luigi: ¿un rulemán es una bolita de acero o un anillo con bolitas de acero? de cualquier manera, don Antonio habrá tenido que poner las suyas en remojo jajajja
Conocido: ahora estamos en el 'trono de noble igualdad' porque el conde hace años que no usa su alianza.
A veces la colocación rompe la alianza... (yo me entiendo)
brasil: creo que entiendo lo que quiere decir.
Sí, a veces sucede; con colocación o sin colocación, las alianzas pueden romperse... o fortalecerse.
La macana es que el Manual de colocaciones, no es el mismo para todos!
Por cosas así, había convencido a mi mujer que no usaría la alianza.
Gx
Condesa, ¡qué excusa dolorosa para sacarse la alianza! Beso
Guarrix: mejor una buena excusa para no ponérsela, que una mala excusa para justificar dónde se perdió...
beso.
Koba: tan dolorosa que por un momento creí que me la sacarían con dedo y todo, jaj
Una de mis hermanas la perdió. Apareció en verano adentro de una cubetera del congelador (si, congelador).
ah... pero mire que había resultado ser fría su hermana para disolver alianzas y congelar la relación, eh?
hace 10 anios que no uso alianza y lo que no me gusta son las cadenas con los contadores de ninios.
Mary: ¡a mi tampoco!
El buen profesional siempre resuelve su caso, aunque no siempre es tan reconocido como en este caso.
Que se mejore su dedo.
Un saludo.
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