En el delirio de las fiebres moribundas, se soñó en un bosque extraño y apacible donde el dolor cejaba y unas figuras con alas, cuernos, colas y colmillos multicolores, lo acompañaban en su camino de regreso a la conciencia al grito de ¡Alebrijes, Alebrijes!
Escapó de allí por una estrecha ventana y despertó en su propio velorio.
Me enamoré de la historia, de las figurillas fabulosas con esqueleto de alambre y piel de cartón pintado
…y de la palabra.
Preciosa, nacida para encarnar un sueño fantástico y exorcizar demonios, para burlar pesadillas y huir por la ventana.
Alebrijes, alebrijes.
Necesito un alebrije, porque desperté del sueño y no tengo la palabra para recuperarlo.
..º..
¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito?
Derecho al delirio. Eduardo Galeano