27 de noviembre de 2010

De Cómo La Coalición Rompió La Alianza

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Tratando de ganarle tiempo al tiempo, atropellada y apurada, la otra tarde me golpeé y torcí el anular de la mano izquierda. Mi dedo no competía en la misma categoría que el objeto y quedó maltrecho pero, después del dolorido ¡auch!, partí rumbo a mi compromiso.
Una fiesta infantil de cumpleaños, con animadores, globos, pelotero, juegos electrónicos, música fuerte y el intento de una conversación entre adultos me distrajo lo suficiente como para casi olvidar el incidente. Cuando volvíamos a casa y en vista del tamaño que el dedo iba adquiriendo, R. sugirió ir a la clínica, invitación que decliné con un ‘naaaaaaaa’.
Por la noche, la hinchazón tomó un color azulado y el dedo estrangulado por el anillo estaba lo suficientemente feo y dolorido como para que decidiera atenderme.
Dada la hora, entré por guardia y después de las preguntas de rigor comenzó la lucha.
R. había tenido la precaución de llevar un alicate, pero los intentos de meter la herramienta por debajo del anillo fueron tan vanos como dolorosos.
El médico probó varias veces y no pudo, le pasó el alicate a R. que tiene más fuerza, y tampoco pudo.
Mi caso le puso un poco de ritmo chévere al sopor de la guardia y la situación era verdaderamente cómica porque medio mundo se arremolinó alrededor de mi dedo, no sé si por diversión o interés profesional.
Dos médicos varones y dos mujeres (una de las cuales, la pelirroja, me preguntó ¡¡si había probado con vaselina!!) intentaron vanamente liberarme del anillo para poder hacer una placa y abortados los intentos, que a esa altura habían dejado el dedo en peores condiciones, llamaron, por fin, a un especialista.
El tipo más bien bajo, canoso y de contextura pequeña, estudió la situación con la tranquilidad que da el oficio, pidió que me sostuvieran la mano y encarando por el ángulo contrario, desde arriba, quiero decir, quebró la dura alianza con un crac que celebramos con una algarabía propia de mineros chilenos rescatados.
El resto de la historia no importa demasiado. Sin fractura, con el dedo entablillado y antiinflamatorios, la cosa seguirá su curso.
¿El especialista?
Ah, sí, debería averiguar el nombre del eficiente empleado de mantenimiento para agradecer a la clínica la buena atención de sus profesionales.

..º..

Alrededor se consuma el verano./ Es un anillo la tarde amarilla./ Sin una nube desciende el cercano/ cielo a este ardor./ ¡Sobrehumana, la arcilla!
Jorge Guillén

24 de noviembre de 2010

¿Qué Quiere Usted De Mí?


Resulta que alguien busca ‘fotos de mujeres cogedoras en mar del plata’ y aterriza en Rete Carótida, elemento destacado con una estrella dorada.

Algo así como ir por la corona de reina y volver con un ramo de gladiolos y el dudoso diploma de Miss Elegancia.

..º..



20 de noviembre de 2010

Instrucciones Para No Entender

Qué significa pararse frente a un texto?

Significa leer según mi historia, mis saberes y mi propio estatuto de símbolos.

Significa que levantaré capas o rasparé hasta el hueso de acuerdo a mis herramientas académicas, a mi sensibilidad, a mi imaginación o a mis ganas.

El texto es un mapa que lleva del territorio ajeno al paisaje personal, son migas de pan desparramadas sobre un sendero incierto donde no importa perderse, porque perderse es encontrar una voz original.

El signo acepta disfraces prestados porque él mismo es un disfraz que dice que no dice lo que dice.

Cuando leo amor, veo tu nombre. No sé qué nombre le pondrán los otros hombres y al autor, seguramente, poco le importará cómo llenemos la línea de puntos.

si digo agua ¿beberé?

si digo pan ¿comeré?*

Si digo condesa ¿consentirán que allí se esconda?

..º..

*Alejandra Pizarnik

18 de noviembre de 2010

Sector Privado

La región privada donde habitan las mataduras del alma, muestra cicatrices nuevas, brillantes y rosadas. Las toca con la punta de los dedos como un ciego que reconoce el mantra impregnado en la memoria y desanda el camino viejo con una mirada recién nacida.

..º..

...y no sé si reírme a carcajadas/o si llorar de miedo/o estarme aquí sin llanto/sin risas/en silencio/asumiendo mi vida/mi tránsito/mi tiempo.

Todo es muy simple. Idea Vilariño

15 de noviembre de 2010

Re(ve)laciones # 2


(♫)

El domingo encaramos para la Sierra de los Padres que nos recibió vestida y perfumada de primavera; los puestos de verdura alineados como un comité de recepción se cuadraban en rojos, verdes, naranjas y borgoñas.

Árboles frondosos, arrullo de palomas, brisa cálida de sol y un rico café bajo sombrillas azules, pintaron los trazos de un mediodía casi perfecto.

Abandoné por un rato la mesa para mirar túnicas y artesanías que aparecen entre puentes y escalones de un pequeño laberinto comercial.

Mc Cartney me guió hasta un carrusel donde una única princesa de largas trenzas rubias giraba el mundo sobre un elefante, hasta que un acompañante montó súbitamente a caballo para escoltarla y desplegar un infinito número de habilidades que ganaron su atención y su sonrisa.

Él, hijo de la dueña de la calesita, acompañó la segunda vuelta de la princesa que, esta vez, decidió cabalgar a su lado permitiendo el masculino despliegue de seducción coronado con un acto de entrega increíble.

En un momento dado, el niño bajó, buscó la sortija, arrimó una sillita infantil, se subió a ella y ofreció la preciada llave que prolongaría el hechizo una vuelta más y del que participé sin ser invitada.

Podría entrar en consideraciones con respecto a la primavera, a los ritos de seducción o al amor temprano pero, más allá de todo, ayer pude confirmar que la cosa es genética: desde chiquitos, los hombres las prefieren rubias.

..º..

La vida vuelve a ser cuento/ que en lo bello se demora.../ Ensoñador silba el viento/ cuando un chico se enamora.

Cuando un chico se enamora, Elsa Isabel Bornemann


11 de noviembre de 2010

Seeking Me

(♫)

A veces ando deshabitada como una casa cerrada en vacaciones.

..º..

7 de noviembre de 2010

Mañana Es Hoy

Falta un mes y medio para Navidad y el supermercado ya puso a la venta los productos navideños. Me provoca angustia ese apuro porque, quiéralo o no, la idea se instala y los engranajes mentales empiezan a moverse en función del menú, el número de comensales, los regalos…

Los comercios se convierten así en una suerte de calendarios de anticipación que distraen del presente y programan un futuro de obligaciones que en verdad, no necesitan de tanto tiempo para ser realizadas.

¿O acaso no terminamos siempre, asfixiados en la multitud malhumorada del último momento?

Este adviento comercial duplica el tiempo del religioso y organiza una liturgia particular que nada tiene que ver con la espera y la esperanza.

A mí, al menos, me descoloca y me inquieta.

No hay derecho. Ya bastante rápido pasa la vida como para apurarla todavía más.

[Por cierto, olvidé comprar champú pero volví con un pino canadiense, un balde de bochas rojas y una caja de luces.]

..º..

El hoy fugaz es tenue y es eterno; /otro Cielo no esperes, ni otro Infierno.

El instante. Jorge L. Borges