15 de noviembre de 2013

A Media Luz Los Dos



El cartel de neón pestañea sobre la puerta angosta e ilumina con intermitencia la vereda.

La pareja mayor entra con la confianza de quien conoce el terreno. Recorre el local con la mirada, saluda a todos, busca una mesa cerca de la pista y se sienta a la espera del vaso de vino que habitualmente consume. Pantalones de sarga él, medias negras con costura, ella. Bajo la penumbra del mantel blanco, los pies de ambos comienzan a dibujar firuletes.

Detrás, la segunda pareja, joven, vacila pero ingresa finalmente con paso audaz. La media luz del ambiente disimula el modo desenfadado y simpático del joven y el estilo exuberante de la chica quienes, con mirada curiosa, caminan hasta una mesa vacía y se sientan con emocionada expectación.


“Esta noche, amiga mía, /el alcohol nos ha embriagado... / ¡Qué me importa que se rían /y nos llamen los mareados!”


Como todos los jueves, la milonga está concurrida. El ritmo del 2x4 impregna el aire, acaricia las pieles, susurra palabras e invita a bailar. Los sonidos del bandoneón manosean las caderas femeninas apurando la urgencia del varón. La pista se va llenando de piernas entrelazadas en interminables ochos.
El ojo en el ojo, la piel con la piel. La mujer seduce y el hombre conduce.

Comienza a sonar la orquesta de Pugliese.
El piano del maestro, los violines y el bandoneón desgranan el “Recuerdo” que enciende en los ojos de la pareja mayor un acuerdo mudo que los lanza al centro en un abrazo sensual y antiguo. Giran como estrellas de un único universo y hacen nuevo lo clásico en cada corte y quebrada. Sudorosos, como en trance, siguen abrazados cuando el tango finaliza.


“No debí pensar jamás/ en lograr tu corazón/ y sin embargo te busqué/ hasta que un día te encontré/ y con mis besos te aturdí/ sin importarme que eras buena...”


El joven toma a la chica de la cintura y la conduce con juvenil destreza girando por toda la pista. Los movimientos de la pareja son armónicos y teatrales. Ampulosos. Brillan los plateados femeninos en brazos del nuevo dandy, el cajetilla urbano. La melodía inunda el ambiente y la pareja mayor se une a la danza de los jóvenes.
Y son uno.

Lo clásico y lo moderno. La juventud y la experiencia. Lo íntimo y lo popular. El brillo y la opacidad. Lo rígido y lo mórbido. El percal y la sarga y la seda. Todo se mixtura en apretada ceremonia de amor.

La ceremonia ancestral del tango.

..º..

El tango es un pensamiento triste que se baila. 
Enrique Santos Discépolo.



Imagen: flickr