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(♪)
El ambiente es lindo, elegimos una mesa bien ubicada pero un bolso abandonado displicentemente sobre ella, indica que alguien la ocupa.
Nos sentamos en la de al lado, pedimos, miro los pisos de madera oscura y la vista hermosa e imagino cómo habría sido la vida allí, en 1874.
Detrás de mí y disimulado en la parte baja de un mueblecito precioso, un parlante arroja música como si fueran naranjazos. Me paro con intención de desconectarlo, girarlo o taparlo pero R. me detiene, mira a B. y le dice –con esta mujer no se puede!
El mozo trae el pedido equivocado, B. dice que no importa y se impacienta porque digo que sí importa y porque pido, educadamente, que baje el volumen de la música y que cambie ese jugo que nadie pidió.
Por favor.
En un televisor sobre la barra comienza el segundo tiempo de Huracán-Godoy Cruz, empatan 0 a 0, qué bien;
pienso en
Luigi, pienso en
Vero…
¡veo a Vero!
Sorprendidas nos besamos y abrazamos largo. Después del inevitable ‘cuándo llegaste’ y ‘que hacés aquí’, cuenta que llegó el día anterior, que vino con su amiga C., y que había salido a fumar un pucho en el entretiempo de Huracán.
Llama por teléfono a su amiga que aparece al rato, nos reímos, conversamos, en dos segundos me cuenta una historia que nadie más escucha porque la música volvió a subir.
-Boluda, cómo molesta la música, dice.
Digna amiga, dicen, y le cuentan la historia de
cuando solté los pajaritos. Ella cuenta cuando pateó, una por una y devolviendo al agua, un montón de corvinas que los pescadores habían sacado.
Digna amiga, dicen otra vez y vuelven a repetirlo cuando declara que no tiene facebook; ni yo, digo.
Cuando nos juntamos con
M o con Mc también suelen decir ‘digna amiga’ y es cierto en el sentido más amplio.
Mis amigas son dignas.
Son fuertes y honestas.
Tenemos muchísimas cosas en común, pero lo mejor que tienen y lo que más amo en ellas, es lo que me diferencia.
..º..
habrá que ver/ si la crónica verónica reacciona/ la verónica mitad/ tiene muy poca maldad/ pero está cansada de esperar.
Andrés Calamaro