Cuando
dejamos de esperar, algo se rompe.
La
espera es un salto de fe que nos detiene en el aire, no es un ‘ir hacia’ sino
un ‘quedarse en’. Durante los primeros tiempos flotamos sin esfuerzo, el aire
caliente es amigo que abraza, eleva y
acuna blandamente mientras lo esperado remolonea en algún lugar; poco a poco,
el aire que se enfría nos obliga a mantener el vuelo de manera desprolija,
tenaces como un piloto en la tormenta, frágiles como un pájaro herido.
Hasta
que, de un hachazo, algo se corta y todo se precipita.
El
porrazo es fuerte pero la revelación se abre luminosa como una plegaria y penetra la conciencia de
que el estallido rompe y arma algo al mismo tiempo, algo como un cinismo áspero
u otra puerta abierta a nuevas incertidumbres.
..º..
Si me dieran a elegir, yo
elegiría […] esta esperanza que come panes desesperados.
Juan Gelman