En la infancia no sabemos hablar y nadie nos entiende.
En la niñez hablamos, pero creen que no entendemos.
En la adolescencia, nadie entiende lo que hablamos.
En la adultez, hablamos a los adolescentes que no escuchan o no entienden.
En la vejez entendemos todo, no se escucha, no nos escuchan y volvemos a la infancia.
Quienes me conocieron a los cuatro años dicen que era pálido y ensimismado, y que sólo hablaba para contar disparates […] Mi mayor fuente de inspiración eran las conversaciones que los mayores sostenían delante de mí, porque pensaban que no las entendía, o las que cifraban aposta para que no las entendiera.
Vivir para contarla, Gabriel García Márquez.
En la niñez hablamos, pero creen que no entendemos.
En la adolescencia, nadie entiende lo que hablamos.
En la adultez, hablamos a los adolescentes que no escuchan o no entienden.
En la vejez entendemos todo, no se escucha, no nos escuchan y volvemos a la infancia.
Quienes me conocieron a los cuatro años dicen que era pálido y ensimismado, y que sólo hablaba para contar disparates […] Mi mayor fuente de inspiración eran las conversaciones que los mayores sostenían delante de mí, porque pensaban que no las entendía, o las que cifraban aposta para que no las entendiera.
Vivir para contarla, Gabriel García Márquez.
1 comentario:
Publicar un comentario