6 de marzo de 2007

La orilla blanca, la orilla negra


Tengo a la vista la última foto del Diego en Sunset.
Impresiona.
Un hilo de sangre baja desde su frente y una mano de mujer le sella la boca sin intentar un mínimo gesto de ternura.
Importa la foto.
La mirada fija, oscura y húmeda parece detenida en quién sabe qué rincón de su mente.
Porque ahí no está, no vengan a decirme.
Esta noche de química alegría, de minas, drogas, peleas y abrazos, no es nueva y pronto será vieja. Pero él, ahí, no está, porque ya estuvo ¡tantas veces! que no importa.
Y después… las adhesiones y las agresiones. Lo bancan, lo internan, lo burlan, lo escrachan, lo invitan, lo denuncian, lo cubren, lo explican.
Lo exponen.
El barrilete cósmico ha cortado el hilo y deja retazos de colores en su último intento de volar al paraíso.
No lo aplaudan.
No lo lloren.
Lloren con él.
Porque su mirada negra está vuelta hacia adentro, la dama blanca no puede iluminarlo y sólo cuando una mano toma la nuestra y nos acompaña en silencio, el miedo a la oscuridad desaparece.

..º..

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por un Maradona sin Rodrigo y sin Los Piojos.

Anónimo dijo...

un barrilete que seguirá emocionandome haga lo que haga, diga lo que diga, todo lo suyo tiene encanto, rabia, pasion, desenfreno y a la vez ternura. El post es sublime!!

Anónimo dijo...

Diegote me importa nada, que dios me perdone.

La condesa sangrienta dijo...

que dios, la claudia y las nenas lo perdonen, amén.

Anónimo dijo...

Aplaudo, y ádmiro casi hasta la santificación, al Diez de la cancha, el otro .....

La condesa sangrienta dijo...

El otro es un enfermo y a los enfermos no se les aplaude ni se les critica la enfermedad. Se los cura o se los acompaña. Los pacientes, etimológicamente, son sufrientes.