23 de junio de 2007

Causeries


Hay personas con las cuales conversar resulta un ejercicio agotador.
Fuerzan larguísimos parlamentos con tal de no ceder la voz al otro, agobian con una catarata de detalles intrascendentes y, con minuciosidad de relojero, desmiembran lentamente un episodio que termina por perder unidad, sentido e interés. Acostumbran hablar sobre inciertos personajes, compañeros de su trabajo, club o colegio, mencionarlos por nombre y apellido y detener la conversación largamente hasta recordar cómo se llama el cuarto hijo de Fulana de Tal (nosotros, por supuesto, no conocemos a Fulana de Tal ni nos interesa saber de su cuarto crío). Estas personas suelen tener la capacidad de respirar, toser, estornudar, comer o tomar mate sin hacer pausa y, si en algún momento, alguien logra meter un bocadillo, toman alguna palabra pronunciada por el interlocutor -cualquiera vale- y la hacen suya para retomar la conversación.
Estas personas, hábiles en el manejo de la culpa, se ofenden ante el menor pedido de silencio y arremeten con más bríos si el otro se repliega avergonzado por su osadía. Cuando, en algún momento, pareciera que por fin nuestra oportunidad de hablar se concreta, te dicen alegremente “¡uhhhhh qué tarde se hizo, me tengo que ir!”
Para ellas ya tengo programado el piloto automático, desconecto el audio, dejo puesta la cara y me refugio en un rinconcito acolchado que mi cerebro tiene preparado para tales ocasiones. Mi bien ganada fama de distraída y desmemoriada excusará holgadamente esos enormes agujeros negros por donde se perdió el hilo de la historia.
(Casi todos conocemos uno de estos especímenes. Espero que ud. no lo sea).


Total, que, por contraste, o por justificación, Dalí todo lo explica, y pinta lo que le da la gana…
Visto cuanto había que ver, di por terminada la visita del estudio.
- ¿Cuándo empezamos el diálogo?
- Después de cenar; cenaremos juntos usted y yo solos, allí, en la terraza de ese hotel, y luego podemos estar hablando hasta que se canse.
- Bueno.
Dalí al desnudo. Manuel del Arco


27 comentarios:

Anónimo dijo...

Y, digo yo, ¿acaso no puede evitar estos desagradables encuentros?

Anónimo dijo...

No es tan sencillo, cada vez mas el poder de sintesis es de pocos, y estan ahi, siempre tratando de decorar una boludez como si fuera un suceso extraordinario, entonces, yo fui, a las 5 no eran las 6 cuando tomé viste esa calle que... entonces.,..me perrdiii,el problema es cuando respiran y mechan la pregunta y a vos eh?? ah... no sé,,, pero como si yo sé..que vos.... BASTAAA!!! huyo pero me persiguen, camino pero me ponen el pie a toda costa necesitan explicar su nada, su existencia vacia. Y despues me pasan su propio vacío porque entre tanta bruma no puedo, por un rato , salir de mi furia.

Anónimo dijo...

No sé, a mí no me pasa jamás. Tal vez (quiero creer que es así) sea bueno haciendo que la gente que no me interesa no se interese por mí.

Al menos hasta ahora. :/

La condesa sangrienta dijo...

Enter, a veces no es posible evitar esos encuentros porque pueden producirse dentro del ambiente familiar. Podemos querer a esas personas e interesarnos por sus cosas pero...es la manera de transmitir lo que molesta!

Filo, ud. y yo vamos a terminar en el mismo psiquiátrico. Por suerte Enterhase, que es un santo, nos llevará pastillitas de colores.

Anónimo dijo...

Enterhase no soy mala, es mas, creo que soy un radiador todos esos bichos se me pegan a mí, porque trato de comprender ,de prestar esa oreja al que por ahi no tiene ni analista, ni cura que lo escuche, en realidad lo que no tienen es cura. (y yo pagando analista... no hay derecho).Condesa pidamos atencion terapeutica no pastillas sí? caen pesadas... jajaaaaaa

Anónimo dijo...

Se ve que nuestros entornos son un poquito diferentes. Yo, por ejemplo, no tengo mucha relación con mi familia. Ojo, los quiero un poco, a pesar de que sean un fastidio, pero realmente no me interesa en absoluto lo que es de sus vidas. De todos modos, mi madre es la piel de nuestro hogar: representa la primera barrera de defensa ante esos ataques.

Hay pocas ocasiones en las que me enganchan en conversaciones en las que no quiero participar. Ocurren, por supuesto. Pero tengo varios estratagemas para que no sucedan: voy a la cocina, al baño, me quedo hablando con mi hermana de cosas que el resto no conoce y, por supuesto, miro al vacío mientras pienso qué voy a hacer al día siguiente.

Pobres condesa y filo, ustedes con su bondad y sus familias parlanchinas.

Juan Gonzalez del Solar dijo...

Me dejás pensante.

Generalmente, cuando me encuentro con esa gente -a la que a la larga trato de evitar, luego de años-, los miro mientras hablan y me pregunto qué es lo que querrán decir, qué es lo que buscan en ese monólogo, qué nos quieren contar. Siempre hay algo detrás.
Trato de dárselos porque entiendo que lo necesitan y tal vez a mí no me cueste tanto.
Claro, cuidado con ser carne de egoísmo.

Uno siempre lo hace por uno: ellos hablan y yo escucho.

Como buen geminiano, fui tal vez de esos -espero no a tal punto-. Creo -sinceramente- que el sistema del Nextel me ayudó a escuchar más.
A veces es un esfuerzo, máxime cuando lo que el otro dice me aburre.

Pero todo enseña, todo. Y me alegra ver al otro feliz convencido de que me convenció de lo que quería -la verdad la quieren pocos y el sincericidio lo ando evitando cuanto puedo-.

Diré más: molesta mucho -mucho- el tercer ojo -es todo un trabajo-.

Juan Gonzalez del Solar dijo...

P. d.: Condesa, aprovecho para abrazarte y agradecerte mucho por tanto.
Enter, ahora sí estamos en desacuerdo -lo que por supuesto nada va en desmedro de mi respeto por su inteligencia-.

La condesa sangrienta dijo...

Enter, me encantó eso de que su madre "es la piel del hogar", maravillosa imagen.
Juancito, nada que agradecer. Dejé otro comentario y creo que será el último porque la discusión va por dos carriles diferentes, aunque es una buena discusión llevada respetuosamente.

Y como es mala educación conversar de algo que los demás desconocen, les cuento que refiero a un post de Juan. http://lalectoraprovisoria.wordpress.com/2007/06/20/creo-en-dios/#commentss

Anónimo dijo...

Gracias condesa. Ah, contesté a lo suyo en el post de Juan.

Juan, tal vez si vivieras unos días en mis zapatillas, cambiarías de parecer. Bueno, tal vez no, pero lo que trato de decir es que las actitudes son diferentes, pero también las circunstancias.

Gracias por respetar mi inteligencia, tenga esta el nivel que tenga. :p

Anónimo dijo...

Me considero muy afortunada de no tener amigos o familiares así, pero no todo lo que reluce es oro...este post le calza perfecto a L, mi compañera de trabajo (con la que paso ocho horas de lunes a viernes, asi que la veo más que a cualquiera de mis amigos y ni hablar de mis familiares)
Afortunadamente ella además de su incontinencia verbal es de una gran bondad y eso me permite entre otras cosas: hacerme la boluda atrás de mi monitor, cortarla en seco, irme de la oficina mientras está hablando...etc. ojo...a veces le pongo el cuerpo y escucho sin chistar.

bonito lunch dijo...

los peores son los que no te escuchan cuando hablás ,por que solo escuchan
a sus pensamientos

El Caballero de la luna dijo...

Trato a diario con un personaje tortuoso, que en medio de su interminable discurso afirma: "los que son inteligentes hablan poco". Escucharlo se ha hecho parte de mi tarea remunerada, tal vez la peor parte. Es posible que esta inmoderación en el habla sea indicio de una etapa preconceptual. O de locura, o de soledad. Quién sabe.

La condesa sangrienta dijo...

Caballero vea el lado positivo. Su silencio lo libera de proferir insultos merecidos, halagos inmerecidos y de enredarse en discusiones inconducentes porque él lleva las de ganar.
Un amigo mío, después al terminar de dar una charla preguntaba ¿alguien tiene una pregunta inteligente para hacer? con eso zafaba de un montón de preguntas estúpidas, pero no creo que sea el caso del sujeto que menciona, sino todo lo contrario.

Lex, el Eterno Culpable dijo...

No existen preguntas tontas Condesa. Como en el caso de las personas, puede ser que la inteligencia de la pregunta sea "emotiva" ese nuevo invento de los "pedoagogos" para no decir que uno es medio lentito vio.

La condesa sangrienta dijo...

Lex ¿me lo puede repetir?

Lex, el Eterno Culpable dijo...

Ya sabe Condesa: Los maestros (al igual que los bancarios) son una casta impura

Anónimo dijo...

Los peores son los monocordes.
Hablan largo y tedioso, utilizando la misma entonación si se les murió toda la familia en un accidente o si se ganaron el Nobel.
Filmus es un buen ejemplo.

La condesa sangrienta dijo...

Y así le fue...

Anónimo dijo...

Un amigo me dice que soy "fácilmente interrumpible" justamente por eso, porque no entono. Da para que les mande un audio de ejemplo?

...no, no da.

Anónimo dijo...

no todo el mundo tiene la misma facilidad de palbras condesa, o poder de sintesis mejor dicho.

La condesa sangrienta dijo...

MBR, no se trata de saber hablar sino de saber escuchar...!

Juan Gonzalez del Solar dijo...

Vuelvo al primer comentario. Enter, sabe qué, mejor no evitar a esa gente cuando aparece -al menos no tenerlo como regla-. Hay gente muy sola.

Ya sé que en realidad uno es para ellos una excusa. Pero igual: hay gente solísima que necesita escucharse para confirmar constantemente su existencia.

Anónimo dijo...

Siempre pense que ese tipo de gente era insoportable. Me pasa como a la condesa...tengo "de esos" en mi familia.Una persona en especial...a la que adoro, pero cuando la veo y "conversamos" mi mente se me vuela...literalmente! y dejo de escucharla.
El otro dia chatee con esta persona, y me di cuenta de la poca bola que le doy cuando hablamos personalmente, porque cuando mire ella escribia y escribia y yo solo habia dicho un par de: "si", "que lindo", "que bueno", "chau" y "besos". :/

La condesa sangrienta dijo...

Pachu, el mecanismo de autodefensa es independiente del cariño que sentimos por nuestro interlocutor, pero tal vez Juan tenga razón y la verborragia tenga su origen en la soledad.

estejulioesuno dijo...

Cuando Steve Martin le dijo a john Candy en Mejor solo que mal acompañado que su conversación era tediosa y no le interesaba a nadie, el gordo se sintió tan ofendido que me dio mucha lástima, pobre. Nunca le diría algo así a uno de esos plomos, aunque sean unos egoístas de mierda. Saludos a Mar del Plata.

La condesa sangrienta dijo...

Gracias por los saludos, Julito. Nadie les dice nada a esos plomos, por eso hacemos catarsis acá.