Veo y leo por todos lados, ineludibles balances de fin de año.
Listas interminables de hartazgos, de propósitos incumplidos, de promesas por cumplir, de películas vistas y libros por leer; de diez mejores canciones, de blogs interesantes, de muertes famosas, de catástrofes del año, de lo que sea.
Al parecer no se puede tirar el almanaque impunemente. El año que termina se rebela y, antes de irse, obliga a la memoria y a la conciencia a expresarse, no sea cosa que olvidemos las marcas que dejó.
Pero yo, que no tengo ni memoria ni almanaques ¿qué balance puedo hacer?
Al parecer no se puede tirar el almanaque impunemente. El año que termina se rebela y, antes de irse, obliga a la memoria y a la conciencia a expresarse, no sea cosa que olvidemos las marcas que dejó.
Pero yo, que no tengo ni memoria ni almanaques ¿qué balance puedo hacer?
No armo el arbolito el día 8, ni amaso ñoquis el 29. Me presento a examen pasada la fecha y saludo un día antes o un día después del cumpleaños.
Yo, que vivo un eterno feriado en medio de una jornada laboral interminable y que nunca fui buena con los números ¿qué balance puedo hacer?
Como los viejos almaceneros, apilo pérdidas por un lado y ganancias por el otro y, a pesar de que este año hubo una gran pérdida, no puedo decretar el déficit.
Porque las pérdidas no son de un año, son para siempre y las ganancias no son para siempre. Ni siquiera para un año.
¿Qué balance puedo hacer si al final de cada día sumo canciones y libros y películas y hartazgos y logros y frustraciones y afectos y despedidas y encuentros y desencuentros y lluvias y soles?
Si olvido y recuerdo en cada jornada.
¿Cómo podría esperar un único día del año para sumar o restar?
¿Cómo podría celebrar livianamente la llegada un nuevo año que, además, viene con una hora de
Como los viejos almaceneros, apilo pérdidas por un lado y ganancias por el otro y, a pesar de que este año hubo una gran pérdida, no puedo decretar el déficit.
Porque las pérdidas no son de un año, son para siempre y las ganancias no son para siempre. Ni siquiera para un año.
¿Qué balance puedo hacer si al final de cada día sumo canciones y libros y películas y hartazgos y logros y frustraciones y afectos y despedidas y encuentros y desencuentros y lluvias y soles?
Si olvido y recuerdo en cada jornada.
¿Cómo podría esperar un único día del año para sumar o restar?
¿Cómo podría celebrar livianamente la llegada un nuevo año que, además, viene con una hora de
adelanto?
(Y bisiesto, me parece)
Mejor me balanceo sobre la tela de una araña.
Mejor me balanceo sobre la tela de una araña.
15 comentarios:
Ud. hace balances diarios, por eso no necesita el relevamiento desgastante y final.
Qué lindo como escribe, me gusta mucho. Llega y parece escucharla.
En fin, todos con las columnitas de ganancias y pérdidas.
Cerrado por balance?
No creo!
Felicidades. Me parece que heredó de su papá unos cuantos cuelgues... sangre sagitariana que comparto!
Beso.-
Para una desmemoriada el mejor balance son los deseos y las expectativas de cada día, y como bien dice: los libros que se acumulan, las músicas que sorprenden, las lluvias y los soles.
Los balances son parte del juego del fin de año, donde todo tiene otro ritmo. Aunque claro, para usted, todo el año es Navidad: no necesita del juego!
Y el tiempo no para: ¡¡NO PARA!!
Ayy, sii, el tiempo no para, los almanaques parecen un circulo vicioso infinito!
Besitoo, y ojalá los balances diarios siempre den positivo!!
Exacto, countess, hay que hacer como los elefantes.
Todo lo demás es cháchara. Me encanta leer que alguien se caga en apilar ropita planchadita en un cajón o poner cosas para lavar en la bolsa correspondiente.
Ahora es hoy, mañana es mejor.
Lástima la Bersuit... pero la canción es de Cazuza, ése sí que la sabía.
Fíjese que yo, a pesar de compartir lo del tiempo que no para, acepto una cierta ritualidad con los lapsos. Hago mis propios inventarios y hasta elijo la canción que mejor representó ese año. Pequeñas ceremonias privadas que adquieren la forma de capítulos más o menos caprichosos. Encima me mudé a un país donde todo es ritual y cada fecha es trascendental. Hoy, casualmente, no recuerdo nada.
La verdad que todo pasa muy rapido, pero por eso a veces tienen importancia los pequeños rituales; uno sabe que, por unos instantes, nada va a cambiar...
(dícese de, por ejemplo, ponerse las pantuflas, llenarse una jarra de cerveza helada, y tirarse a mirar las estrellas... hasta que se acabe la jarra, o te cague a pedos tu señora, lo que ocurra primero)
Fer: así es, "abierto todo el año" donde quiera que éste empiece y termine.
En cuanto a la sangre sagitariana que comparte...Fer...¿usté es mi hermanoooo???
Estre: el tiempo no para, no para hasta que para! Mejor no dilatar los balances y hacer de todo el año Navidad, que es una fiesta donde se celebra la vida.
Stella: se me ha puesto borgiana en su interpretación del tiempo, querida!
Roedor: Soy como una elefanta sin memoria, con pretensiones de Scarlett: "After all... tomorrow is another day..."
(thnks por el dato Cazuza, a las 3,15 de anoche/hoy no tuve ganas de rastrear al vero autor. Ya lo corrijo. Me gusta más la versión Cantilo anyway)
Caballero: los rituales colectivos dan una cierta seguridad, una certeza de continuidad. No desdigo de ellos, tampoco adhiero a todas sus expresiones aunque celebro mis ceremonias secretas.
Luigi: Tal cual. Los rituales dan ilusión de que nada va a cambiar pero el tiempo no para y todo cambia. Yo, particularmente (y para eso no necesito un balance anual).
Pero a su ceremonia de birra y estrellas no me negaré!
Querida amiga, una vez más me gusta y concuerdo tanto.
Me resulta sano descreer de las fechas; no sé si es por desmemoriado pero no me gusta tener que programarme para sentirme de tal o cual manera.
De todos modos, estas fechas me caen bien y me invitan a pensar en balances, en acomodos, en revisar si fui andando por donde quería ir, como pasar por boxes.
Me gusta despedir el año y agradecerle mucho.
Te mando un muy fuerte abrazo y espero que el año que viene estés vos también entre lo mejor que me trajo.
Igual creo que es un hecho: se vive más feliz desbalanceado...
Sabe que es curioso que lea esto cuando acabo de terminar mi propio "balance"? Aunque las cosas que escribí, que fueron pocas, no las pensé ahora. Supe que serían... gérmen de nostalgia, digamos... apenas las viví. Pero creo que a la gente le gusta leer estas cosas. Y como hablo tan poco de mí en el blog... en fin, a no arrugar ahora.
Confieso: cada vez que leo stella, pienso en Marlon Brando. Cada vez que veo onairojs, leo onairosis u onairónisis.
Me gustó el post, mucho, lo suficiente para decirte que me gustó, mucho.
Gracias Juan, vos sabés que estás en mi pilita de ganancias junto a otras moneditas de oro que he juntado por aquí.
Beso enorme!
Reuben: Es un hecho para mí, no sé para los demás. Bienvenido al balanceo en la tela de la araña.
Enter: ya pasé por tu sitio pero reitero lo dicho a Juan y a Reuben.
Estás en mi pila de ganancias y no reniego de los balances ajenos sino de mi incapacidad para hacer el propio.
Beso grandísimo.
K.
Balances, que los hagan los contadores, yo me hamaco en la tela de una araña como Ud., me balanceo, tratando de sumar y multiplicar de restar y dividir se encarga la vida que de eso sabe.
Prospero, prolifero (nunca pro) año condesa para Ud.
Un cálido abrazo para Ud. condesa.
Gracias Filo, un abrazo enorme para ud. también, y la espero para estrenar el nuevo almanaque!
Excelente el tema de Cazuza, Condesa... acertado y preciso su escrito, como siempre, y comparto plenamente, y me quedo meciendo en el balanceo de la telaraña, o en una luna menguante... "me extraña araña que siendo mosca no me conozca"... y la nave va...
De eso se trata Lirio, que la nave vaya, que nos dejemos fluir en el mar de los Zargazos de la condesa, y si aparece algun monstruo con palabras lo exorcisaremos.
Feliz año countess!!!!!
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