
¡Y dale con las quejas…!
Que si el mar está frío o la ciudad muy sucia.
Que si aumentaron los precios o perdiste en el casino.
Que si todavía no salió el sol o te achicharraste el primer día.
Que si necesitás tarjeta para el colectivo o no encontrás dónde estacionar el auto.
Que si la pizza está fría o la gaseosa caliente.
Pará, loco. Venís de vacaciones, elegiste esta ciudad para descansar y no parás de criticar, comparar y vociferar que “en Capital” es mucho mejor, más barato, más cool, más divertido o que en Punta del Este es más elegante y exclusivo.
Te recuerdo que el mar sólo es cálido en otras latitudes, que la ciudad no “es” sucia sino que la ensucian, que los precios aumentaron en todas partes (¿o te creíste la del INDEC?), que si querés alardear de tu bronceado no es aconsejable tomarse todo el sol el primer día, que a la gente de la ciudad también le resulta molesto cargar tarjeta para viajar en colectivo, que estacionar en la puerta del teatro es casi imposible pero seguramente 3 cuadras más adentro encontrarás lugar libre, que en los “comederos” de cualquier lugar, ni la pizza, ni la gaseosa llegan con la temperatura deseable ni a tiempo de nuestro apetito.
Te cuento que hay playas muy lindas, tranquilas y familiares, donde generalmente alquila carpa y se junta gente de la ciudad, que en el Sur las playas son mucho más extensas, hay otra movida, se practica surf y kitesurf y eran mucho, pero mucho más lindas años atrás, antes de la invasión de managers, RRPP, travestis famosos, modelos, movileros y vedetonas de cuarta que se sacan el cuero y las plumas en la arena del circo veraniego.
Te cuento que hay muchísimos lugares donde podés comer muy bien, en tiempo y forma pero, claro, tendrías que abandonar tu lata de sardinas, olvidar el síndrome de masa, despegar de la manada y aventurarte a descubrir la ciudad.
La otra.
La que no duerme ni se muere en el invierno. La que labura, estudia y se divierte en época de frío y viento. La que se prepara esperanzada para recibir miles de visitantes que no logran dejar atrás la histeria y la queja.
Podrás disfrutar de aguas cálidas en otros mares y de la teutona prolijidad de algunas ciudades europeas, pero te va a resultar difícil estacionar en Roma o tomar un café bien caliente en Barcelona. Deberás soportar maltrato en el Kennedy o aguantar el chauvinismo de los franceses, perderás dólares en Las Vegas y matarías por una gaseosa aunque caliente en Chichen Itza.
Pero claro, es otro precio.
Entonces, si no te da el cuero para más y tenés posibilidad de relajarte unos días, dejate de embromar y no te quejes tanto.
Disfrutá de los alfajores, de los churros de Manolo, de la paella y del sol cuando brilla. Disfrutá del mal tiempo y caminá bajo la lluvia o mandá los chicos al cine y quedate con la gorda en el hotel.
Disfrutá de tus vacaciones, del ocio, del mar, de la playa y dejate de joder que para protestar te queda todo el resto del año, eh?
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Quisiera esta tarde divina de octubre/ Pasear por la orilla lejana del mar;/ Que la arena de oro, y las aguas verdes,/Y los cielos puros me vieran pasar.
Dolor. Alfonsina Storni