
La única referencia que tenía de los premios Hugo es la del máximo galardón que se otorga en el género de Ciencia Ficción, denominado así en honor a Hugo Gernsback, escritor que entre otras cosas, acuñó el término (CF).
Mi sobrevuelo voyeurista por las comarcas tuiteras, me dio noticia anoche de que se entregaban los Hugo en Buenos Aires y allí fui pero, otra fiesta y otro Hugo me esperaban.
La fiesta del Teatro Musical y Hugo Midón.
Estuvo buena y el premio mayor se lo llevó Avenida Q. un espectáculo protagonizado por marionetas, manejadas por personas reales que me encantó, y me hizo pensar en la degradación virtual de la letra Q, en la fiesta K y sus rebautizadas avenidas y en esos Moyanos, Chávez y otros Hugos no muy Morales.
El arte es revulsivo y tiene esas cosas, dispara extraños resortes y los míos, como los de un viejo colchón, salieron rebotando para cualquier lado.
De Quequén a Kamchatka, sin escalas
..º..
—Vaya mundo en el que vivimos, ¿verdad? […] Pero podría ser peor, ¿verdad?
–Así es –dije–, o peor aún, podría ser perfecto.
El hombre se quedó mirándome mientras me alejaba por la calle con mi pequeño fajo de catástrofes condensadas.
El Continuo de Gernsback, William Gibson