Hace muchos años, una adolescente prima mía nacida en Suiza,
volviendo de la Patagonia, pasó por casa cargando sólo una mochila, su cámara de
fotos y un montón de anécdotas acerca de lugares inhóspitos, carentes de los
más básicos servicios, pero bellos de toda belleza.
Alguien le preguntó por qué viniendo de un país
caracterizado por el orden, la limpieza y el confort se avenía a padecer
riesgos e incomodidades. Ella respondió naturalmente, que en Suiza se aburría
porque ‘estaba todo hecho’.
La juventud, claro, necesita hacer para crecer y para hacer,
necesita libertad.
Pensaba en eso ayer cuando veía el reclamo que un grupo de alumnos tucumanos le hacía a
la Ministra de Educación de la provincia. Pedían ‘ver el programa de Lanata’, programa que el gobierno
provincial ha decidido no poner al aire.
“nos
enseñan sobre el derecho a informar y a ser informados […] queremos que nos den
la oportunidad de ver por tevé abierta la opinión de alguien que piensa
distinto […] “desde el gobierno se hicieron muchas cosas" aunque "las cosas que no se
están haciendo, son muy significativas"".
La respuesta de la ministra apeló a la recuperación de la
palabra recordando que en el anonimato, el país había perdido muchas vidas y,
después de un monólogo propagandista, los hizo bajar del escenario bajo promesa
de dejar abierto el debate.
La docente a cargo, minutos antes, les decía que la función de la
escuela era ayudarlos a pensar pero, en un mal ejercicio del método inductivo, explicó
que ‘Lanata representa un sector opositor
que dice que todo está mal’ que ‘está del lado de los sectores poderosos que
controlan la comunicación’ y que ‘a Lanata no le interesa si ustedes se educan
o no’.
Más allá de mis consideraciones personales sobre el Gobierno
o sobre Lanata, este episodio me llenó de esperanza tanto como de vergüenza.
Los chicos hablaban de libertad. Pedían ver para saber, para
evaluar, para criticar, para aceptar o rechazar. Para sacar sus propias
conclusiones.
Para hacer.
Los adultos no dieron respuesta, prometieron abrir el
debate, hicieron propaganda y mandaron la pelota al corner.
Hay mucho por hacer, y ocultar lo que sucede no es una buena
manera de edificar aunque anuncien
planes de vivienda y por más que en un acto reivindicatorio de la Igualdad de
Género, nos vendan muñequitos
de trapo.
Es coherente, pero poco serio.
..º..
No hay barrera,
cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.
Virginia Woolf