25 de marzo de 2007

Humo en sus ojos

Después de una buena ducha, envuelta la cabeza en un toallón, enfundada en su pijama y saboreando el dulce silencio de la madrugada, ella se sienta a leer en la cocina.
Enciende un cigarrillo, apoya el mentón sobre la palma de la mano, inclina la cabeza y se zambulle en la lectura. Pierde –nuevamente- la noción del tiempo. Más páginas, más cigarrillos, más silencio en la madrugada avanzada, un poco de frío en la espalda… ¡un café!
Se levanta con pereza a prepararlo pero un humo denso que difumina los contornos, la desorienta primero, la paraliza después.
Trata de no entrar en pánico. Evalúa la situación calmadamente, recorre la cocina, revisa hornallas, cortinas, enchufes, cables, cigarrillos apagados ¡y nada! El humo se cierra cada vez con más intensidad.
Inspecciona todos los cuartos de la casa, living, lavadero y baños; comprueba que hay humo en todos lados (bueno, será de madrugada, ella no es escandalosa pero ya está realmente asustada y habrá que avisar, que embromar).
Vuelve al cuarto donde él duerme, literalmente, a pata suelta.
Lo llama, y nada.
Le grita, y nada.
El humo aumenta y nada.
Lo sacude una vez, y nada.
Lo sacude, ahora con violencia, y le pide que despierte, que la casa se está incendiando. Y él, arrancado de quién sabe qué sueño, despertándose a quién sabe qué pesadilla, avanza a los tumbos, en calzoncillos.
En medio del living, y del humo, ella explica que ha chequeado todo infructuosamente. Que no encuentra el origen del incendio.
El la mira, despertándose de golpe, abriendo los ojos a la realidad con mirada perpleja y furiosa. Ella lo mira sin entender su gesto airado, tratando de esquivar el brazo que como un látigo se le acerca y que de un tremendo manotazo le arranca el toallón encendido vociferando al mismo tiempo… ¡¡boludaaaaaaaa, se te está prendiendo fuego la cabezaaaaa!!

(Dejé de fumar hace un tiempo porque el cigarrillo hace mal a la salud. Altera el sueño, afecta los pulmones y ataca la cabeza)


“Pero un instante me distraje/ sin tomar precauciones, / un instante/ en que alguien vino de mi espalda/ y cambió todo./ Fija, vaciada, ausente,/ un agujero soy/ por donde pasa el mundo,/ veloz, sin detenerse…”

Amelia Biagioni, Me distraje un instante.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sería un libro complicado.

La condesa sangrienta dijo...

¿ud. dice? Pucha, haber sabido antes que el fuego era de adentro pa'fuera...!

Anónimo dijo...

jajajajja!!!!no pude dejar de reirme durante todo tu relato!!!
esta misma persona es la que olvido los huevos al fuego???
que ademas de dejar el pucho....deje de cocinar tambien!!(te gusto la idea no??)

La condesa sangrienta dijo...

La misma, MBR, la misma y por ese motivo ha dejado de planchar, también! je

Anónimo dijo...

MBR, no solo es la misma de los huevos...es la misma de los dedalitos!!!
Me rei de punta a punta!!!