12 de abril de 2007

Joya, nunca taxi


Habíamos quedado en que yo pasaría a buscar a su mamá. Mc. estaría en el teatro preparando la función anual, organizando el vestuario, la música y el último ensayo; tendría que salir con anticipación de su casa y no tenía sentido llevar a “Rous” tan temprano quien, por otro lado no pierde ocasión de organizar la vida ajena. Bah… la vida de su hija que pelea por quedar lo más ajena posible. De cualquier manera no era momento para nervios extras y a mí no me costaba nada llevarla en el auto.
Así quedamos y, un rato antes de salir, Mc. Me llamó para preguntarme si también podría pasar a buscar a la mamá de V. Le dije que sí, obviamente. Además, si las dos viejas conversaban entre ellas yo quedaría liberada de participar en ciertas conversaciones y preguntas indiscretas. Llamé a la señora que me esperó puntualmente, perfumada y con la carterita colgada del brazo.
Cumplí mi función de transporte maternal seria y responsablemente. Con prudencia en el andar y prudencia en el putear, llegamos al teatro. Acompañé a Rous y a la mamá de V., las dejé sentaditas y a salvo en su butaca (faltó que les comprara golosinas) y después hice la mía.
La misión encomendada había terminado exitosamente. Luego ellas, todas, Mc., V., la mamá de V. y Rous volverían juntas por su cuenta y en su auto.
Pasados unos días, nos juntamos a evaluar la presentación y de repente, entre mate y mate, recordando de pronto, Mc. me preguntó: ¿boluda, qué te pasó? ¿por qué no fuiste a buscar a la mamá de V.? Mi sorpresa fue mayúscula y le dije que sí, que había ido y que la había llevado.
Entre carcajadas e insultos que podrán imaginar me dijo: Nooooo, te pedí que buscaras a la mamá de Verónica y vos llevaste a la mamá de Valeria!!!

(No sé qué habrá hecho la pobre mujer ni tampoco sé cómo se llama, pero el nombre de su hija significa “flor ornamental” y me suena que a ella la dejé de adorno.
O de florero).




[…] Y esta espera es otro modo de presencia/ La espera de mi retorno […]
Ando en viaje dando un poco de mi vida/ A ciertos árboles y a ciertas piedras/ Que me han esperado muchos años/Se cansaron de esperarme y se sentaron
La poesía es un atentado celeste. Vicente Huidobro

5 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!no...no puedo dejar de reirme

Roedor dijo...

Deje de hacer cosas mujeriles, por favor y compórtese como una adúltera, che...

La condesa sangrienta dijo...

es que ya vengo medio adulterada, che...

Lex, el Eterno Culpable dijo...

Pensé que las conocia todas pero siempre hay alguna nueva ja

La condesa sangrienta dijo...

No Lex, tengo tantas que ni yo me acuerdo de todas!