En el umbral del mediodía me asomo a los pececitos tropicales de aguas calientes y paleta generosa. Hay multitud de anaranjados, pero sospecho dos especies diferentes porque algunos son chiquititos, de naranja intenso, y otros más grandes y pálidos. El cardumen de cola verdiblanca deja una estela amarilla que se traga a sí misma y se pierde en el remolino de burbujas. Allá, emerge un coral agitado. Acá las aguas se abren a pequeñas perlas que salpican nácar, indiferentes a la danza de tantos caracolitos blancos.
Plantas acuáticas de color durazno y sepia, desarman sus pétalos sobre la superficie móvil ofrendándose a Tritón.
Me asomo y huelo la poesía de una sopa de verduras.
Que remedio queda.
…No, en serio te lo digo, vos tenés que dejar de comer esta puta comida de acá y vas a ver que te componés. Por lo menos hacé la prueba dos días.
El beso de la Mujer Araña. Manuel Puig
8 comentarios:
Excelente!!! sos genial condesa!
Salió rica la sopa pero no es pa'tanto Pachu! jajaj
¡Me encantó este texto!
(no sabés lo pesado que está Buenos Aires, imposible tomar sopa)
¡Me encantó este texto!
(no sabés lo pesado que está Buenos Aires, imposible tomar sopa)
Ja, me hizo eco.
Acà también está haciendo calor asi que mis dotes culinarias son, además, anacrónicas.
En cuanto al eco, debo decir que me preocupan esas resonacias... ¿usté está diciendo sopa, opa, opa, opa...?
Delicia de texto, como si lo estuviera viendo.
¡Buen viaje Estrella! (¿era este sábado no?)
Publicar un comentario