Aníbal recibe con un beso, me relojea las crenchas por el espejo y, mientras firuletea un brushing, pregunta “¿Qué te vas a hacer?”. El harakiri me voy a hacer. No sé, cortame apenitas las puntas, arreglame el flequillo y dale un poco de forma. No me cortes mucho, ni hagas cosas raras, no quiero quedar como recién salida de la peluquería. (¿?)
Bajo sus manos, dos ojos me miran con estúpida conmiseración. ¿What´s up, little bitch?, hubiese querido verte al llegar con ese pelo de paja, ¿te vas a lavar? ¿Alabar? Sí que me laven, y me alaben y me halaguen, necesito ánimo. Pasá y decile a Mabel que te prepare. Mabel, chaquetita cruzada color melón, pelo platinado, corto y encrespado con gel, me quiebra el cuello hacia atrás e inicia una tortura perfumada que incluye su conversación, hace bastante que no venías eh?, mi respuesta, mmmm pse, espuma, un rasqueteo cruel de cuero cabelludo, potentes chorros de agua caliente y, yuuuno ydossss yuuuno y dosss, repite la rutina. Por fin termina, envuelve mi cabeza con una toalla y vuelvo al salón a esperar mi turno. Me siento y observo que Pelo de Paja ya está pagando y se despide hasta la semana que viene. Un nene sube y baja de los sillones, revolea por el aire un par de ruleros, se revuelca en el piso lleno de pelos, se me acerca peligrosamente pegoteado de caramelos, lo miro fijo, miro a la madre que me mira buscando adhesión, no me simpatizan los niños pringosos, el chico, más intuitivo que la madre, va a molestar a una señora con cara de abuela que le habla despacito. Hojeo una revista, otra y otra. Creo que todas son la misma.
Por fin me toca. Aníbal me envuelve en esa especie de poncho blanco, libera mis pelos de la toalla y ahí me veo, horrible, como una gallina corrida a escobazos, despeinada, twist, twist, despeinada. El Joven Manos de Tijera avanza con su chac chac, me dice cosas, me pregunta cosas, me sugiere cosas, me rocía una cosa, me siento una cosa, qué cosa. El chac chac me pone nerviosa, creo que está cortando demasiado, haciéndome sentir María Antonieta en manos del verdugo. Ahora cambia tijeras por cepillo, por una cabeza, todas las locuras.
Bajo sus manos, dos ojos me miran con estúpida conmiseración. ¿What´s up, little bitch?, hubiese querido verte al llegar con ese pelo de paja, ¿te vas a lavar? ¿Alabar? Sí que me laven, y me alaben y me halaguen, necesito ánimo. Pasá y decile a Mabel que te prepare. Mabel, chaquetita cruzada color melón, pelo platinado, corto y encrespado con gel, me quiebra el cuello hacia atrás e inicia una tortura perfumada que incluye su conversación, hace bastante que no venías eh?, mi respuesta, mmmm pse, espuma, un rasqueteo cruel de cuero cabelludo, potentes chorros de agua caliente y, yuuuno ydossss yuuuno y dosss, repite la rutina. Por fin termina, envuelve mi cabeza con una toalla y vuelvo al salón a esperar mi turno. Me siento y observo que Pelo de Paja ya está pagando y se despide hasta la semana que viene. Un nene sube y baja de los sillones, revolea por el aire un par de ruleros, se revuelca en el piso lleno de pelos, se me acerca peligrosamente pegoteado de caramelos, lo miro fijo, miro a la madre que me mira buscando adhesión, no me simpatizan los niños pringosos, el chico, más intuitivo que la madre, va a molestar a una señora con cara de abuela que le habla despacito. Hojeo una revista, otra y otra. Creo que todas son la misma.
Por fin me toca. Aníbal me envuelve en esa especie de poncho blanco, libera mis pelos de la toalla y ahí me veo, horrible, como una gallina corrida a escobazos, despeinada, twist, twist, despeinada. El Joven Manos de Tijera avanza con su chac chac, me dice cosas, me pregunta cosas, me sugiere cosas, me rocía una cosa, me siento una cosa, qué cosa. El chac chac me pone nerviosa, creo que está cortando demasiado, haciéndome sentir María Antonieta en manos del verdugo. Ahora cambia tijeras por cepillo, por una cabeza, todas las locuras.
Su boca que besa, borra la tristeza, calma la amargura. Sometida al brushing, cruzo la mirada en el espejo con la madre del nene que ahora está enterrando el celular de la madre en una maceta con plantas de mentira y tierra de verdad. Aníbal tira de los mechones y mi cabeza rebota resignada. Ya está, saca el poncho, sacude, pone espejo retrovisor ¿te gusta? Me gusta sí, cuánto te debo? Listo, chau, estoy apuradísima, beso, beso, hasta la próxima.
Corro al auto, el espejo me devuelve una imagen parecida a mí. Vuelvo a casa, me lavo la cabeza, llega R. y pregunta ¿no pensabas ir a la peluquería?
(Para el sábado tengo que tener la cabeza en condiciones. Del lado de afuera, al menos).
Corro al auto, el espejo me devuelve una imagen parecida a mí. Vuelvo a casa, me lavo la cabeza, llega R. y pregunta ¿no pensabas ir a la peluquería?
(Para el sábado tengo que tener la cabeza en condiciones. Del lado de afuera, al menos).
...resaltaba los hermosos y largos cabellos negros de Aline Gauguin. Le caían hasta los hombros en una curva graciosa y se los sujetaba en la nuca con una cinta violeta, dispuesta en forma de flor japonesa. Unos verdaderos cabellos de andaluza, Paul.
El paraíso en la otra esquina, Mario Vargas Llosa.
12 comentarios:
A mi me da una fiaca terrible ir a la pelu. Cuando vivía en mi barrio natal iba siempre a la misma. Cuando me mudé creo que volví solo una o dos veces, encima que soy vago para el pelo, tenía que viajar.. Ni loco! Asi que opte por una peluquería de 10 pesito el corte ,para lo que me hago yo y lo que es el pelo ya es bastante plata, y obviamente como siempre espero tenerlo en forma de gato y no poder peinarme para ir.
Definitivamente, los cambios tienen que ser muy drásticos como para que percibamos que han ido a la peluquería :)
Los hombres argentinos tradicionales y tradicionalistas no tenemos ese problema: cuando vamos a la peluquería, simplemente nos cortamos el pelo.
bucéfalo: use gorro para que no se le escape el gato.
luigi: los cambios de look muy drásticos, generalmente vienen precedidos por un cambio de pareja o estado civil.
roedor: mi femineidad pasa, indudablemente, por otro lado;que la peluquería sea sólo un trámite y no una ceremonia, es una de las cosas que envidio de uds.
en definitiva, ¿por que los peluqueros nunca te hacen lo que les pedis sino lo que a ellos se le antoja?
por otro lado condesa, nunca mejor descripta una "sesion" en la peluqueria
besos
Valió la pena, quedaste divina.
De todas las entradas de tu blog, abundantes, interesantes y bien escritas, me vengo a comentar justamente esta.
JUSTAMENTE ESTA!
¿cuál es el problema? ¿sos pelado o peluquero?
Ninguna de los dos. Era una manera de decirte subrepticiamente que tus blog es interesante y está bien escrito.
jajajajj gracias! por un momento pensé que había afectado tu sensibilidad pilosa! gracias (¿male or female?).
Male! (aunque feminista).
Mi único problema con los peluqueros es que tengo que molestarme en ir.
Jajajaja muy buen post condesa! me senti identificada plenamente!...
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