27 de abril de 2012

Ombres et Lumières


 Ombres et lumières, óleo, 50x65, W.R
 
La muerte arrebata una presencia y nos deja desnudos, solos en la tarea de desaprender gestos comunes y ritos compartidos.

Mi padre ha muerto ayer, lejos, y la evidencia de su muerte se hará piedra en el silencio del teléfono; epitafio mudo, certeza inapelable de que, definitivamente, he dejado de ser hija.

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24 de abril de 2012

Falling or Flying





Dice que no sabe qué hacer con su tristeza, le cuesta tanto disimularla que le duele la cara por forzar el gesto.
Dice que se le ha volado el alma.

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No puedo más de no poder más.
Alejandra Pizarnik

18 de abril de 2012

Ando Sola En Una Multitud De Amores

(◘)

Detesto las multitudes y le escapo a su desordenada prepotencia porque me perturba la posibilidad de que esa energía concentrada se desate y me lleve a destinos indeseados, dejándome abandonada en alguna sucia orilla.
La oscuridad me desalienta y la urgencia me frustra cuando no nacen de una amorosa necesidad, porque yo quiero elegir y decidir el tiempo y el número plural con absoluta libertad.
No entiendo la soledad ni el éxito como una sumatoria de personas, tanto menos si dependen de un contador virtual a pie de página o de un pajarito azul que se ufana de la bandada que lo sigue.
Reconozco que mi conducta puede resultar antipática y comprendo a quienes hacen tal lectura, pero no soy caprichosa, soy tan sólo una sociable solitaria que necesita espacios amplios y luminosos para poder encontrar los afectos de un vistazo.
Así en la vida, en el blog y en twitter, donde mi número de seguidores sigue siendo ridículamente escaso ¡Ja!

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Tengo una soledad /tan concurrida /que puedo organizarla /como una procesión /por colores /tamaños /y promesas /por época /por tacto /y por sabor.
Rostro de vos. Mario Benedetti



13 de abril de 2012

Almacén De Ideas

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Almaceno ideas, datos, frases o historias que voy guardando como muñecos en un baúl porque sé que en algún momento, saldrán a jugar sin permiso, ni orden.
En ocasiones, cuando duermen siestas que parecen eternas, abro la caja para sacudir su silencio de trapo y allí los veo, desperezándose algunos y cuchicheando en voz baja, otros. Se ríen de mi desazón y bailan una ronda de letras desiguales, como el holograma de una calesita vertiginosa difícil de atrapar.
Entonces, contrariando su giro, apuro el paso, extiendo la mano y saco, al voleo, una sortija que dice ‘Hexakosioihexekontahexafobia es el miedo al número 666’.

(…ahora, manejate)

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Yo no busco, yo encuentro.
Pablo Picasso

12 de abril de 2012

Paradoja


(♫)

El miedo a perder se pierde cuando se pierde lo que temíamos perder

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Y también tuve miedo. […] miedo de las imágenes que sobran/ cuando tanto ser falta
Roberto Juarroz

Imagen: Chema Madoz

5 de abril de 2012

El Último Bocado

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La indiferencia roe el corazón, el desamor lo devora y el olvido lo escupe.

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3 de abril de 2012

Planeta Bondi


(♫)

Hace siglos que no me subo a un bondi y lo que gané en comodidad lo perdí en historias.
Al salir de la facultad solía atravesar una cortada preciosa que abre espacio entre la Casa del Puente y el Colegio Illia, dependiente de la Universidad. La parada está frente a la puerta de otra dependencia universitaria que da cursos para adultos, así es que el colectivo era casi un transporte escolar de tres generaciones que lo llenaban por completo.
Mi casa quedaba en la otra punta y durante el largo trayecto, subían y bajaban alumnos de, por lo menos, cinco escuelas más; con el tiempo vas conociendo a tus compañeros de ruta, advertís un gesto ensimismado, un reciente corte de pelo o un par de zapatillas nuevas.
Los mayores que salían de un curso de literatura, ubicados en asientos dobles, se pasaban apuntes, recetas y direcciones de peñas folklóricas donde, según contaba un anciano, se había enamorado perdidamente de una mujer más joven cuya displicente condescendencia, aceptaba con filosofía.
Dentro de lo posible, yo me sentaba en una butaca individual, cerca de la puerta de bajada, para evitar roces y olores indeseados que los adolescentes suelen prodigar con generosidad, aunque no quieras. De cualquier manera, me divertía escucharlos y pensaba que algunos padres deberían de vez en cuando, darse una vuelta en colectivo porque, básicamente, la voz de todos los jóvenes se parece:
la de la piba que odia a la madre porque la obliga a ordenar su cuarto, la de las amigas que arreglan la manera de burlar la vigilancia familiar para ir a bailar, la del chico y la chica que se manotean como si pelearan cuando en realidad, ensayan con disimulo las primeras caricias, o la del pibe que fue sorprendido fumando un porro por el hermano mayor de su amigo.
Obligado por aquél a contarlo (¡o vos o yo!) a sus padres, me enteré de la conmoción familiar, del llanto de la madre, del gesto desesperado del papá tomándose la cabeza con ambas manos, de los ¿por qué?, de la promesa de no hacerlo más, de la decisión de llevarlo a terapia.
Escuché los ah, y los uh, las risitas nerviosas, los insultos dirigidos al ‘buchón’ y las preguntas ¿qué hiciste? (lloré, tiré todo al inodoro) ¿qué vas a hacer? (ni en pedo vuelvo a fumar).
Subía también una chica con discapacidad mental que sacaba un peine del bolsillo y peinaba a las mujeres sentadas delante de ella. Quienes sabíamos la dejábamos hacer, pero los pasajeros ocasionales se daban vuelta con un espanto que esperábamos con divertida expectación.

Cuando la tarde caía, el colectivo llegaba a la costa recorriéndola desde el Hermitage hasta el Boulevard Alberdi.
Casi tocando el agua y en el cielo pálido todavía, una luna enorme y redonda, asomada a la ventanilla, sorprendía a una pareja de novios quienes, interrumpidos los besos por una amorosa discusión, giraron finalmente para preguntarme si ‘eso’ era la luna o el sol. Aclarado el tema de que era la luna llena y que en estas latitudes, el sol no se pone sobre el mar, ellos siguieron con sus arrumacos y yo, al este del paraíso.
Hace siglos que dejé de viajar en bondi, la comodidad del auto me hizo perder historias, pero también gané muchas anécdotas. No por nada S. dice que, salir conmigo, es hacer turismo aventura.

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Cuando voy a sentarme/advierto que mi cuerpo/se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse/adonde yo me siento.
Dicotomía incruenta. Oliverio Girondo